Análisis ´´Cómo leer al Pato Donald´´
El
imperialismo cultural en el entretenimiento infantil: Un análisis de ´´Para
leer al Pato Donald´´
Resumen
Desde
tiempos antiguos, los medios de comunicación han sido parte fundamental y han
desarrollado un papel crucial para informar a la población, desarrollando así
un campo de interés en la psicología, ya que la narrativa influye en la
construcción de las personas, sus valores, creencias y comportamientos tanto
individuales como los colectivos. En este contexto, el libro "Cómo leer al
Pato Donald" (Dorfman & Mattelart, 1971) presenta un análisis crítico
de los contenidos ideológicos en los productos culturales de Disney, haciendo una
crítica estructuralista y marxista. Este análisis explorará cómo los conceptos
usados en el aprendizaje, desarrollo cognitivo y percepción, pueden ayudar a
entender el impacto de narrativas en la formación de identidad, además de la
percepción e interpretación del mundo por parte de los individuos.
Introducción
Cuando
la guerra fría alcanzó uno de sus puntos más intensos en el contexto
latinoamericano, específicamente Chile, dos intelectuales publicaron un
análisis de la sintomatología y política que cambiaría el punto de vista
proporcionaría una diferente manera de entender los productos culturales
dirigidos a la puericia. Para entender este libro es necesario un estudio sobre
los mecanismos psicológicos a través de los cuales se moldea la percepción, valores
y la identidad.
Desarrollo
Desde
la perspectiva de la psicología cognitiva, el libro revela cómo estas
historietas o animaciones funcionan como esquemas cognitivos que estructuran
una percepción e interpretación del paradigma o realidad, ya que, los esquemas
según Piaget son estructuras mentales que guían y organizan el conocimiento y
dirigen la percepción e interpretación de la información.
Mattelart
y Dorfman (1971) argumentan que las historias de Disney presentan una sociedad
donde se introducen relaciones de poder, donde ciertos valores como
individualismo y competencia, se muestran como universales y deseables. Desde
una perspectiva psicológica, esto constituye un proceso de construcción de
esquemas cognitivos que predisponen a los infantes a interpretar su realidad
social a través de un filtro ideológico proporcionado por estos productos
culturales e ideológicos.
Como
señalan Dorfman y Mattelart (1971), ´´no se trata de que Disney tenga
instrumentos especiales. Es que todos los instrumentos de nuestro sistema
social son especiales, y, por lo tanto, portadores de la ideología burguesa´´
(p.155). Esta perspectiva permite comprender las historietas de Disney no como
anomalías culturales, sino como expresiones paradigmáticas de un sistema de producción
simbólica que reproduce constantemente las condiciones de su propia
legitimación.
Un aspecto central de la crítica social que se puede extraer de
“Para leer al Pato Donald” es el análisis de cómo estas historietas construyen
y representan la alteridad cultural. Dorfman y Mattelart realizan este
ejercicio sobre cómo los “nativos” y las culturas no occidentales son
sistemáticamente retratados como infantiles, irracionales y necesitados de los
personajes civilizadores en la forma de los protagonistas.
Esta representación estereotipada del "otro" no es un
fenómeno aislado, sino que reproduce a nivel simbólico las mismas lógicas de
dominación que han caracterizado históricamente las relaciones entre los
centros de poder global y las periferias. Como afirman los autores, "el
buen salvaje se ha transformado en el boy-scout que, para avanzar en su carrera
de méritos, debe cada día realizar una obra de caridad con un ser socialmente
inferior" (Dorfman & Mattelart, 1971, p. 56).
Las implicaciones de este análisis son muy importantes para la
investigación sobre dominación simbólica en contextos postcoloniales. La buena
actitud de todos los personajes de Disney con respecto a los “nativos” presenta
la misma lógica paternalista que ha sido una característica de las relaciones
neocoloniales, ya que la dominancia no solo ha sido forzada, sino también
“consentida” (Gramsci, 1971).
Naturalizar relaciones
mercantiles
Otro
componente esencial en la crítica social que puede surgir de "Para leer al
Pato Donald" es el estudio de cómo estas caricaturas naturalizan las
relaciones comerciales y el fetichismo del producto. Dorfman y Mattelart (1971)
indican que, en la narrativa de Disney, los objetos se presentan constantemente
como bienes liberados de su proceso de fabricación, como si surgieran de manera
natural del medio ambiente o del mercado.
Este
retrato fetichizado de los bienes, en el que se encubren sistemáticamente las
relaciones sociales de producción, reproduce a nivel simbólico lo que Marx
(1867/1976) caracterizó como el "fetichismo de la mercancía" en las
sociedades capitalistas. Los personajes de Disney se alimentan continuamente de
objetos cuyo origen de producción se mantiene oculto, estableciendo de esta
manera una relación con el mundo material que es histórica y socialmente
particular.
Como
indican Dorfman y Mattelart (1971), "la producción en Disney nunca se
presenta, pero hay un consumo abundante". Como todo surge directamente de
la naturaleza, preparado para ser consumido, y como la única acción que puede
transformar un objeto en un bien es adquirirlo (en vez de hacerlo), tomar
posesión de él, la apropiación de la riqueza se percibe como una acción de
pillaje" (p. 77). Esta crítica expone la manera en que las historietas
Disney reproducen y validan las formas particulares de interacción con el mundo
material que definen al capitalismo progresivo.
La
división del conflicto social hacia la política
´´Para
leer al Pato Donal´´ ofrece una crítica a la forma en la que las historias y
animaciones Disney sistemáticamente despolitizan conflictos sociales,
representándolos como aventuras individuales o cuestiones éticas abstractas
aisladas de las estructuras sociales que las originan.
Dorfman
y Mattelart (1971) evidencian que estas narrativas reemplazan las tensiones
estructurales (de clase, coloniales, económicas) por enfrentamientos
interpersonales o aventuras extrañas.
Esta
acción ideológica conlleva significativas repercusiones sociales, dado que
fomenta una interpretación despolitizada de los desafíos colectivos. Los
escritores indican que "el único que parece poseer el derecho a la
protesta es el tío rico, el poderoso, en contra de la indiferencia de los
pobres" (Dorfman & Mattelart, 1971, p. 34). Los conflictos auténticos
que surgen de estructuras de dominación son sistemáticamente suplantados por
relatos personalizados que suprimen la propia posibilidad de entender la
desigualdad estructuralmente.
La
difusión de la conciencia social a través de la media
La
despolitización del conflicto social señalado por Dorfman y Mattelart no
representa un suceso independiente, sino que es un componente de un proceso más
extenso que podríamos llamar "mediatización de la conciencia social."
Como propone Martín-Barbero (1987), los medios de comunicación a larga escala
no son simplemente emisores de ideología, sino que actúan como mediadores
culturales que transforman las formas en que las sociedades se perciben a sí
mismas y sus disputas.
El
carácter único de productos culturales como las historietas de Disney radica
precisamente en su habilidad para reinterpretar los conflictos sociales de
manera que sean compatibles con la reproducción del orden preexistente. Lo que
hace particularmente eficiente esta operación ideológica es que no se lleva a
cabo por medio de la supresión directa del conflicto, sino a través de su
reestructuración en formas que neutralizan su capacidad de transformación.
Como
indica García Canclini (1989), los derivados de la industria cultural funcionan
como "reconversiones" simbólicos, modificando los significados que
podrían ser desestabilizadores en narrativas que reincorporan a los individuos
en las lógicas de reproducción social predominantes. Para las historietas
Disney, los conflictos de clase se transforman en conflictos éticos personales,
las inequidades estructurales se transforman en diferencias de personalidad o
fortuna, y las diferencias de carácter o fortuna se transforman en conflictos
morales individuales.
La
construcción de consenso a través de los medios de comunicación
La
habilidad de los medios de comunicación para despolitizar las disputas sociales
repercute directamente en la formación del acuerdo social requerido para la
perpetuación de las relaciones de dominación. Según Herman y Chomsky (1988),
podemos comprender los productos culturales en masa como elementos esenciales
de un "modelo de propaganda" que, sin requerir una censura explícita,
filtra y transforma la información de forma que beneficia de forma sistemática
a las élites económicas y políticas.
El
análisis de Dorfman y Mattelart es especialmente relevante porque muestra cómo
este proceso funciona incluso —o tal vez en particular en las producciones
dirigidas a la infancia. Las caricaturas de Disney edifican de manera activa lo
que Gramsci (1971) llamaría "sentido común", o sea, esas percepciones
de la realidad que se presentan como evidentes y naturales justamente porque
han sido naturalizadas mediante procesos constantes de socialización.
La
despolitización del conflicto social en estas historietas aporta a lo que
Bourdieu (1998) llamaría "violencia simbólica", una modalidad de
dominación que se aplica con la colaboración tácita de los dominados, quienes
imponen a las relaciones de dominación categorías diseñadas desde la
perspectiva de los dominadores, interpretándolas como si fueran naturales. El
efecto único de los productos culturales para niños radica en que ubican estas
categorías en fases iniciales del desarrollo, cuando los marcos interpretativos
se encuentran en su máximo desarrollo.
La infantilización
como estrategia política
La operación de
despolitización analizada por Dorfman y Mattelart está íntimamente vinculada a
un proceso más amplio de infantilización del público que constituye, en sí
mismo, una estrategia política de primer orden. Como señala Marcuse (1964) en
"El hombre unidimensional", las sociedades industriales avanzadas
desarrollan sofisticados mecanismos para neutralizar el potencial crítico de
los sujetos, presentando un mundo unidimensional donde las contradicciones son
sistemáticamente negadas o reabsorbidas.
Las historietas
Disney participan activamente en este proceso al presentar un mundo donde los
conflictos son siempre superficiales y resolubles dentro del marco del sistema
existente. La "simplificación" que caracteriza a estos productos
culturales no es meramente una adaptación al público infantil, sino una
operación ideológica que construye activamente una forma infantilizada de
comprender la realidad social.
Como sugiere
Dorfman en una obra posterior, "La infantilización no es solo una técnica
para vender productos a los niños, sino una estrategia para convertir a los
adultos en consumidores infantilizados, incapaces de cuestionar las premisas
fundamentales del sistema" (Dorfman, 1980, p. 23). Esta perspectiva permite
entender la aparente inocencia de las narrativas Disney como un sofisticado
dispositivo de control social que opera a través de la construcción de
subjetividades despolitizadas.
Medios de
comunicación y colonización del imaginario infantil
La despolitización del conflicto
social analizada por Dorfman y Mattelart adquiere particular relevancia cuando
se examina el papel que juegan los medios de comunicación en la colonización
del imaginario infantil. Como señala Postman (1982), la proliferación de medios
audiovisuales ha transformado radicalmente las fronteras tradicionales entre
infancia y adultez, no para empoderar a los niños, sino para someterlos más
eficazmente a las lógicas de consumo.
Las narrativas Disney participan
activamente en este proceso al construir un imaginario infantil caracterizado
por la ausencia de conflictos reales y la omnipresencia del consumo como forma
privilegiada de relación con el mundo. Como señalan Dorfman y Mattelart (1971),
"los personajes de Disney viven eternamente en un mundo donde no hay
producción, solo circulación y consumo" (p. 88). Esta representación
distorsionada de la realidad social tiene efectos concretos en la formación de
la subjetividad infantil, predisponiéndola a aceptar acríticamente las premisas
fundamentales del orden social existente.
Según Dorfman y
Mattelart (1971), "los personajes de Disney habitan de manera constante en
un mundo donde no existe producción, solo circulación y consumo" (p. 88).
Esta representación tergiversada de la realidad social ejerce impactos
específicos en la construcción de la subjetividad de los niños, incitándola a
aceptar sin críticas las premisas esenciales del sistema social vigente.
La crítica
formulada por Dorfman y Mattelart facilita la comprensión de que la despolitización
no es meramente una "ausencia" de contenido político, sino una acción
consciente que transforma la propia vivencia de lo social. Los niños que se ven
afectados por estas historias no solo "no adquieren conocimientos" acerca
de los conflictos sociales, sino que aprenden específicamente a no verlos, a no
reconocerlos como tales, a interpretar las desigualdades y contradicciones como
sucesos naturales o como problemas personales aislados de estructuras sociales
más extensas.
El papel de los
medios en la formación de los ciudadanos
Un aspecto fundamental de la
crítica social que puede derivarse de "Para leer al Pato Donald" se
refiere al papel que juegan los productos culturales en la formación de la
ciudadanía. Como señala Mouffe (1999), la ciudadanía democrática no es
simplemente un estatus legal, sino una forma de identificación que se construye
activamente a través de prácticas e instituciones que fomentan determinadas
formas de subjetividad.
Las narrativas Disney analizadas
por Dorfman y Mattelart promueven sistemáticamente formas de subjetividad
incompatibles con una ciudadanía crítica y participativa. Como señalan los
autores, "estas historietas no solo entretienen; construyen activamente un
sujeto despolitizado, incapaz de comprender las fuerzas sociales que configuran
su existencia" (Dorfman & Mattelart, 1971, p. 147). Esta operación
tiene implicaciones profundas para la formación de la ciudadanía, especialmente
en contextos donde estos productos culturales ocupan un lugar central en la socialización
infantil.
La despolitización del conflicto
social que caracteriza a las historietas Disney contribuye así a lo que
Habermas (1989) denominaría la "colonización del mundo de la vida",
es decir, la penetración de las lógicas instrumentales del mercado y el estado
administrativo en los espacios de la experiencia cotidiana y la formación de la
identidad. Los productos culturales infantiles participan activamente en este
proceso, adaptando las subjetividades a las exigencias del sistema económico y político
dominante.
Conclusión
Desde la psicología social, ´´Para
leer al Pato Donald´´ revela cómo los medios de comunicación no solo reflejan
la realidad, sino que la construyen y la moldean a través de narrativas que
refuerzan el paradigma dominante. En este caso, las historietas de Disney
naturalizan el individualismo, la meritocracia y la jerarquía económica,
configurando una visión del mundo donde las desigualdades estructurales se
despolitizan y se presentan como parte del orden natural.
Esta colonización cultural es
particularmente potente durante la infancia, periodo donde se establecen los
esquemas cognitivos y las representaciones sociales. Al enseñar valores que
están en consonancia con el capitalismo mundial desde la infancia, se fortalece
la aceptación pasiva de un sistema que favorece a una minoría. Además, estas
narrativas simplistas, que fomentan la infantilización del pensamiento,
mantienen un ciudadano despolitizado, más predispuesto al consumo que a la
transformación social.
En conclusión, el libro no solo
cuestiona el contenido ideológico de Disney, sino que también promueve la
interrogante sobre el rol de los medios de comunicación en la formación de la
subjetividad y la realidad. Desde un punto de vista crítico, es esencial entender
estos procedimientos para crear conciencia social y crear espacios para el
cambio.
Referencias
Althusser, L. (1970). Ideología y
aparatos ideológicos del Estado. Nueva Visión.
Bauman, Z. (2001). La sociedad
individualizada. Cátedra.
Bourdieu, P. (1998). La dominación
masculina. Anagrama.
Dorfman, A., & Mattelart, A.
(1971). Para
leer al Pato Donald: Comunicación de masas y colonialismo.
Ediciones Universitarias de Valparaíso.
Foucault, M. (1975). Vigilar y
castigar: El nacimiento de la prisión. Siglo XXI.
Gramsci, A. (1971). Selections
from the Prison Notebooks. International Publishers.
Marx, K. (1976). El Capital
(Vol. 1). Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1867)
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