Una epistemología del Sur crítica

El libro Una epistemología del Sur de Boaventura de Sousa Santos propone un cuestionamiento radical a los paradigmas hegemónicos del conocimiento, aquellos que históricamente han sido impuestos por el Norte global como universales y únicos. Santos argumenta que la dominación colonial no solo se ejerció sobre territorios y cuerpos, sino también sobre las formas de entender el mundo, relegando a la marginalidad epistemologías indígenas, africanas, latinoamericanas y otras tradiciones subalternizadas. Su propuesta es, en esencia, una invitación a reconocer la pluralidad de saberes y a construir un diálogo intercultural que desafíe la jerarquía cognitiva establecida por la modernidad occidental.  

En el corazón de esta epistemología alternativa está el concepto de "ecología de saberes", que postula la coexistencia y complementariedad de diferentes sistemas de conocimiento sin que uno deba subordinarse a otro. Santos critica la monocultura del saber científico eurocéntrico, que ha invalidado otras formas de comprensión de la realidad, desde la medicina ancestral hasta las narrativas comunitarias sobre justicia. Esta crítica resulta especialmente relevante en campos como la psicología social, donde los marcos teóricos dominantes suelen ignorar las dimensiones culturales y contextuales de los fenómenos humanos, reduciendo la diversidad a categorías universalizantes.  

Sin embargo, más allá de su aporte teórico, la epistemología del Sur plantea un desafío ético y político: ¿cómo aplicar este enfoque en sociedades donde la desigualdad cognitiva sigue reproduciendo exclusiones? Aquí emerge una crítica social clave: la psicología hegemónica, al operar bajo lógicas individualistas y patologizantes, ha contribuido a invisibilizar las resistencias colectivas y las alternativas surgidas desde los márgenes. Por ejemplo, el diagnóstico de trastornos mentales en comunidades oprimidas rara vez considera la opresión estructural como factor determinante, medicalizando así el malestar social. En contraste, Santos sugiere que solo una ciencia "posabismal" —que supere el abismo entre el conocimiento válido y el ignorado— puede abordar estas complejidades.  

La obra también invita a reflexionar sobre el rol de las universidades y las disciplinas académicas en la perpetuación de estas jerarquías. Si la psicología social aspira a ser verdaderamente crítica, debe descentrarse de su canon occidental y abrirse a metodologías participativas, como las investigaciones-acción impulsadas por movimientos sociales. Esto implicaría no solo estudiar a las comunidades, sino aprender con ellas, reconociendo que el saber popular contiene claves para entender fenómenos como la resiliencia ante la violencia o la construcción de identidades colectivas.  

No obstante, una limitación del planteamiento de Santos es su idealización de los saberes del Sur, que a veces oscurece sus contradicciones internas (como el machismo en algunas tradiciones ancestrales). Una epistemología decolonial no puede caer en romanticismos, sino que debe ejercer una crítica reflexiva tanto al Norte como al Sur. En el ámbito psicosocial, esto significa equilibrar el respeto por las cosmovisiones locales con un compromiso firme con los derechos humanos universales.  

En conclusión, Una epistemología del Sur no es solo un libro sobre teoría del conocimiento; es un llamado a descolonizar las prácticas científicas y, por extensión, las instituciones que las sostienen. Para la psicología social, su mensaje es claro: no hay comprensión posible de lo humano sin confrontar las asimetrías de poder que han definido qué conocimientos merecen ser escuchados y cuáles silenciados. La tarea pendiente es transformar esta crítica en herramientas concretas que amplíen las voces de quienes han sido relegados a la condición de "objetos de estudio". Solo así podrá emerger una ciencia más humilde, más justa y, sobre todo, más humana.

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