Análisis El Capitalismo del desastre: La Doctrina del Shock

 

Introducción

El libro "La Doctrina del Shock: El auge del capitalismo del desastre" de Naomi Klein, publicado en 2007, presenta una reveladora investigación sobre cómo los momentos de crisis colectiva son aprovechados para implementar cambios económicos radicales que, en situaciones normales, serían rechazados por la mayoría. Es fascinante analizar cómo esta "doctrina" opera no solo a nivel económico sino también en las mentes y comportamientos que influencian sociedades enteras.

Lo que Klein describe como "capitalismo del desastre" tiene profundas implicaciones psicosociales: el aprovechamiento del trauma colectivo para reorganizar sistemas económicos y sociales. Este ensayo busca explorar, desde una perspectiva accesible y académica, los mecanismos psicológicos colectivos que hacen posible esta estrategia, y cómo afectan nuestras vidas y comunidades.

Destinado a responder preguntas como: ¿Por qué las sociedades traumatizadas son más vulnerables a cambios radicales? ¿Cómo funciona el miedo como herramienta de control social? Estos asuntos son pertinentes para quien intente comprender las transformaciones sociales de las décadas recientes.

La tesis de Klein resulta particularmente inquietante porque no habla de conspiraciones ocultas, sino de una estrategia evidente que ha sido implementada sistemáticamente en diferentes contextos. Sus ejemplos abarcan desde dictaduras militares hasta democracias consolidadas, desde países en desarrollo hasta potencias.

El shock como herramienta de control social

Klein inicia su estudio evidenciando un inquietante paralelismo del Dr. Ewen Cameron en los años 50 y las transformaciones económicas radicales. Cameron, financiado por la CIA, intentaba "borrar" las mentes de sus pacientes mediante descargas eléctricas para luego "reconstruirlas". Esta analogía resulta relevante: primero se genera un estado de desorientación colectiva (el shock) y después se "reprograma" la sociedad según nuevos parámetros económicos.

Se puede entender este proceso como una manipulación del estado mental colectivo. Cuando una comunidad entera sufre un trauma (ya sea por un desastre natural, un atentado terrorista o un golpe de Estado) experimenta una especie de parálisis cognitiva temporal. Las personas, preocupadas por su supervivencia inmediata y procesando el trauma, tienen menos capacidad para analizar críticamente las decisiones políticas y económicas que se implementan a su alrededor.

Es como cuando estamos en estado de shock por una mala noticia personal: nuestra capacidad para tomar decisiones racionales disminuye. Lo mismo ocurre a nivel colectivo, pero con consecuencias mucho más amplias. Durante estos periodos, la gente busca seguridad y se vuelve más dependiente de figuras de autoridad, creando lo que podríamos llamar una "ventana de oportunidad" para implementar cambios que normalmente generarían resistencia.

Esta "ventana de oportunidad" es precisamente lo que los promotores del "capitalismo del desastre" aprovechan. Friedman lo expresaba con claridad cuando afirmaba que "solo una crisis (real o percibida) produce un cambio verdadero". Desde la psicología social, esto tiene sentido: el shock rompe las defensas psicológicas normales de una comunidad, debilitando su capacidad de oposición organizada.

La metáfora del electroshock es una forma de evidenciar estas tácticas porque, como señala Klein, en ambos casos se trata de desorganizar las conexiones existentes. En el caso de Cameron, las conexiones neuronales; en el caso de la doctrina del shock, las conexiones sociales, los vínculos comunitarios y los estándares colectivos que permitirían una resistencia efectiva.

Chile como escuela de shock: enseñanzas psicosociales

El caso de Chile, que Klein analiza detalladamente, representa uno de los ejemplos más claros de esta doctrina en acción. Tras el violento golpe militar de 1973, que ya había generado un profundo trauma en la sociedad chilena, los "Chicago Boys" (economistas formados bajo las teorías de Milton Friedman) aprovecharon el estado de conmoción para implementar reformas económicas radicales: privatizaciones masivas, eliminación de protecciones sociales y apertura desregulada a mercados internacionales.

Lo interesante desde la psicología social es cómo se utilizó el miedo para facilitar estos cambios. La represión política creó un clima donde cualquier oposición a las reformas económicas podía ser percibida como peligrosa. Esto generó lo que los psicólogos llamamos "condicionamiento por miedo": la población aprendió a asociar la resistencia con el peligro, facilitando la aceptación pasiva de transformaciones económicas que afectaban negativamente a gran parte de la sociedad.

Este fenómeno se relaciona con lo que el psicólogo Martin Seligman llamó "indefensión aprendida": cuando las personas experimentan situaciones donde no tienen control sobre eventos negativos, desarrollan una pasividad generalizada. En Chile, la combinación de represión política y transformación económica creó precisamente ese estado de indefensión colectiva que permitió la implementación de un modelo que, de otra manera, habría encontrado mayor resistencia.

El caso chileno también nos muestra cómo funciona la disonancia cognitiva a nivel social. Mientras las estadísticas económicas mostraban un "milagro económico" (con altas tasas de crecimiento del PIB), la realidad cotidiana para muchos chilenos era de creciente desigualdad y precariedad. Esta contradicción entre el discurso oficial y la experiencia vivida generó una tensión psicológica que solo pudo sostenerse mediante la represión política y el control de los medios de comunicación.

Lo que ocurrió en Chile no fue simplemente una transformación económica; fue una profunda reorganización de la psicología colectiva. El mensaje implícito era claro: la resistencia no solo es inútil, sino peligrosa. Este aprendizaje social, reforzado por años de represión, se internalizó hasta el punto de que muchas de estas reformas permanecieron intactas incluso después del retorno a la democracia.

Desastres naturales y las oportunidades del mercado

Otro aspecto perturbador que Klein analiza es cómo los desastres naturales también se convierten en oportunidades para el "capitalismo del desastre". Los casos del tsunami en Sri Lanka (2004) o el huracán Katrina en Nueva Orleans (2005) muestran cómo la destrucción física abre la puerta a transformaciones económicas y sociales que responden más a intereses corporativos que a las necesidades de las comunidades afectadas.

Cuando una comunidad pierde repentinamente sus espacios físicos (hogares, barrios, infraestructuras) sufre también una pérdida de identidad colectiva. Las personas no solo pierden sus casas; pierden los lugares donde se construyeron sus memorias y relaciones. Esta desorientación facilita la implementación de modelos de reconstrucción que pueden cambiar radicalmente la estructura social y económica de esos espacios.

En Nueva Orleans, por ejemplo, el huracán Katrina fue seguido por un proceso de reconstrucción que favoreció la privatización de servicios públicos como la educación y cambió la composición demográfica de barrios tradicionalmente afroamericanos. Las personas, todavía procesando el trauma y enfocadas en necesidades básicas, tuvieron poca capacidad para oponerse a estos cambios estructurales.

Este fenómeno crea lo que podríamos llamar un "vacío normativo": después del desastre, las reglas sociales anteriores ya no funcionan, y las nuevas aún no están claramente establecidas. Este vacío es aprovechado para implementar cambios que, en condiciones normales, encontrarían mayor oposición de la comunidad.

Lo que estos casos nos muestran es que el "capitalismo del desastre" no solo aprovecha el shock inicial; también explota la urgencia percibida en la fase de reconstrucción. Las decisiones que normalmente requieren consulta comunitaria y planificación cuidadosa se toman rápidamente, bajo el argumento de que "hay que actuar ya". Esta urgencia fabricada impide la participación democrática en decisiones que transformarán permanentemente el tejido social y económico de las comunidades afectadas.

La invasión de Irak: el impacto y la cura a nivel mundial

El análisis que Klein hace de la invasión y ocupación de Irak representa quizás el ejemplo más completo de la "doctrina del shock" aplicada a escala mundial. Después del impacto inicial de la invasión en 2003, el gobierno provisional dirigido por Estados Unidos implementó una serie de reformas económicas radicales: privatización de empresas estatales, eliminación de aranceles, permiso para la completa repatriación de beneficios por empresas extranjeras, entre otras medidas.

Lo que resulta fascinante desde la psicología social es cómo se intentó crear deliberadamente un "año cero" en Irak: una ruptura total con el pasado que facilitara la implementación de un nuevo modelo económico. La estrategia incluyó no solo la destrucción física de infraestructuras, no solo la desintegración intencionada de entidades sociales y culturales a las que se les podrían haber brindado continuidad y resistencia.

Esta estrategia provocó lo que los psicólogos llamarían una "crisis de identidad colectiva". Cuando una sociedad pierde repentinamente sus referencias institucionales y culturales, experimenta una profunda desorientación que facilita la imposición de nuevos marcos de referencia. En Irak, esta desorientación se vio agravada por la inseguridad física constante, creando condiciones ideales para la implementación de reformas que, en otras circunstancias, habrían encontrado una oposición organizada.

El caso iraquí también ilustra cómo el "capitalismo del desastre" puede crear un ciclo de retroalimentación perverso: las reformas económicas generan resistencia, que es respondida con más represión, creando más trauma, que a su vez facilita más reformas. Este ciclo solo se rompe cuando las comunidades afectadas logran superar el shock inicial y desarrollar formas efectivas de resistencia colectiva.

Nuestras resistencias: procesos psicosociales de adaptación

A pesar del poder desestabilizador del shock, las comunidades desarrollan formas de resistencia y adaptación. Klein también documenta cómo, después del impacto inicial, surgen organizaciones y movimientos que desafían la implementación del "capitalismo del desastre".

Los psicólogos sociales hablan de "resiliencia comunitaria": la capacidad de las comunidades para recuperarse de traumas colectivos y crear nuevas formas de organización. Esta resiliencia se manifiesta en movimientos sociales, organizaciones vecinales y formas alternativas de economía que surgen como respuesta al trauma.

Un factor clave en esta resistencia es la "memoria colectiva". Cuando las comunidades recuerdan y comparten sus experiencias de crisis anteriores, desarrollan una especie de "anticuerpos sociales" que les permiten reconocer y resistir estrategias similares en el futuro. En Chile, por ejemplo, la memoria de la dictadura y sus políticas económicas ha informado movimientos estudiantiles contemporáneos que cuestionan las bases del modelo neoliberal heredado.

También es importante la construcción de identidades colectivas de resistencia. Cuando las personas afectadas por estas políticas logran identificarse como un grupo con intereses comunes, pueden coordinar acciones más efectivas. Los movimientos sociales que han surgido en respuesta a crisis gestionadas bajo la lógica del "capitalismo del desastre" muestran cómo estas identidades colectivas pueden convertirse en poderosas fuerzas de cambio.

La resistencia efectiva también depende de lo que los sociólogos llaman "marcos de interpretación alternativos". Cuando las comunidades desarrollan sus propias narrativas para explicar la crisis y sus posibles soluciones, desafían el monopolio interpretativo de los promotores del "capitalismo del desastre". Estos marcos alternativos son fundamentales para romper la sensación de inevitabilidad que acompaña a las reformas neoliberales ("no hay alternativa").

Klein documenta cómo, en Argentina después de la crisis económica de 2001, surgieron formas alternativas de organización económica como las fábricas recuperadas por sus trabajadores. Estas experiencias representan no solo una respuesta práctica a la crisis, sino también una afirmación psicológica de la capacidad de las comunidades para imaginar y construir alternativas al modelo neoliberal.

La solidaridad internacional también juega un papel importante en la resistencia. Cuando comunidades de diferentes regiones comparten sus experiencias de la "doctrina del shock", pueden reconocer patrones comunes y desarrollar estrategias coordinadas de resistencia. Este intercambio de experiencias facilita el aprendizaje colectivo y reduce la sensación de aislamiento que a menudo acompaña a los momentos de crisis.

La función de los medios de comunicación en la normalización del shock

Un aspecto que Klein menciona pero que merece más atención desde la psicología social es el papel de los medios de comunicación en la gestión del trauma colectivo y la justificación de las medidas económicas implementadas durante la crisis.

Los medios no solo informan sobre la crisis; también enmarcan cómo debemos interpretarla. Durante situaciones de shock, pueden amplificar la sensación de caos y urgencia, creando un clima de ansiedad que hace que la población acepte medidas que, en otras circunstancias, cuestionaría. Al mismo tiempo, presentan las reformas económicas neoliberales como la única respuesta "racional" o "técnica" a la crisis.

Este fenómeno está relacionado con lo que en psicología social llamamos "teoría del encuadre": la forma en que se presenta un problema determina cómo lo interpretamos y qué soluciones consideramos posibles. Cuando los medios enmarcan una crisis como el resultado de "demasiada intervención estatal" o "falta de libertad económica", están limitando indirectamente las soluciones que la población puede imaginar.

También es relevante el proceso de desensibilización que ocurre en sociedades expuestas repetidamente a crisis. Cada nuevo shock tiene menos impacto psicológico, pero también genera menos resistencia a las medidas económicas que lo acompañan. Se desarrolla una especie de "normalización del desastre" donde las comunidades llegan a aceptar la precariedad y la incertidumbre como estado natural, facilitando la implementación continua de políticas neoliberales.

Los medios juegan un papel crucial en lo que el sociólogo Pierre Bourdieu llamaría la "violencia simbólica": la imposición de significados que revalidan las relaciones de poder existentes. Al presentar las reformas neoliberales como "ajustes técnicos inevitables" en lugar de decisiones políticas discutibles, los medios naturalizan un modelo económico específico, haciendo que sus alternativas parezcan impensables o irracionales.

Esta función de los medios se hace particularmente evidente en la cobertura de protestas contra las medidas económicas. A menudo, estas protestas son presentadas como "irracionales" o "desestabilizadoras", mientras que las reformas económicas son descritas como "necesarias" o "realistas". Este contexto mediático ayuda a aislar a los grupos de resistencia y deslegitimar sus reclamos.

Efectos psicosociales persistentes del capitalismo del desastre

Las reformas implementadas bajo la "doctrina del shock" tienen consecuencias duraderas no solo en la economía sino también en la psicología colectiva de las sociedades afectadas.

Una de las consecuencias más evidentes es lo que podríamos llamar "deterioro psicológico": la incertidumbre económica constante genera una ansiedad crónica que afecta todas las dimensiones de la vida. Las privatizaciones, la desregulación laboral y el recorte de servicios públicos crean un estado de vulnerabilidad permanente que altera profundamente cómo nos relacionamos entre nosotros y con nuestro futuro.

Esta precarización se manifiesta en el aumento de problemas de salud mental en poblaciones sometidas a transformaciones económicas radicales. El sociólogo Émile Durkheim hablaría de "anomia": un estado donde las normas sociales y las expectativas compartidas se debilitan, produciendo un malestar generalizado. Cuando las personas no pueden predecir su futuro económico ni confiar en redes de seguridad social, experimentan niveles más altos de estrés, ansiedad y depresión.

Particularmente preocupante es el impacto en lo que llamamos "capital social": esa red de relaciones y confianza mutua que sostiene una comunidad. El modelo neoliberal, con su énfasis en la competencia individual y el mercado como regulador de todas las relaciones, erosiona este capital social. Esto crea sociedades más atomizadas donde cada persona debe resolver individualmente problemas que antes se abordaban colectivamente, disminuyendo nuestra capacidad de acción conjunta frente a nuevas crisis.

Klein documenta cómo las sociedades que han sido sometidas a la "terapia de shock" experimentan no solo mayor desigualdad económica sino también mayor fragmentación social. La privatización de espacios públicos y servicios básicos reduce los puntos de encuentro comunitario, mientras que la inseguridad laboral disminuye el tiempo disponible para la participación ciudadana. El resultado es una sociedad donde las personas tienen menos oportunidades y menos recursos para construir proyectos colectivos.

Esta atomización social tiene efectos profundos en la salud democrática de las sociedades. Como señalaba el sociólogo Robert Putnam, la participación ciudadana depende en gran medida del capital social disponible. Cuando este capital se erosiona, disminuye también la capacidad de las comunidades para incidir en decisiones políticas que afectan sus vidas, creando un círculo vicioso de despolitización y desmovilización.

Otro efecto psicosocial importante es la normalización de la desigualdad. A medida que las diferencias económicas se amplían como resultado de las políticas neoliberales, se desarrollan narrativas que justifican estas diferencias como resultado natural de distintos niveles de esfuerzo o talento individual. Esta "naturalización" de la desigualdad dificulta el cuestionamiento del modelo económico que la genera.

La pandemia como oportunidad desencadenante

Aunque el libro de Klein fue publicado en 2007, mucho antes de la pandemia de COVID-19, sus análisis resultan sorprendentemente pertinentes para entender cómo esta crisis global ha sido utilizada para acelerar transformaciones económicas y sociales que siguen la lógica del "capitalismo del desastre".

La pandemia creó una situación de shock global sin precedentes: miedo por la salud personal, incertidumbre económica, aislamiento social y ruptura de rutinas cotidianas. Este estado de conmoción colectiva abrió, nuevamente, una "ventana de oportunidad" para implementar cambios que, en circunstancias normales, habrían encontrado mayor resistencia.

Desde la perspectiva de la psicología social, podemos identificar varios elementos del "manual del shock" en la gestión de la pandemia: declaración de situación de emergencia que justifica medidas excepcionales, implementación acelerada de transformaciones estructurales (como la digitalización forzada de la educación y el trabajo), y aprovechamiento de la crisis para transferir recursos públicos a manos privadas mediante contratos de emergencia y rescates corporativos.

El aislamiento social impuesto por las medidas sanitarias dificultó aún más la organización de resistencias colectivas. Las protestas físicas se volvieron problemáticas por razones sanitarias, mientras que la atención pública estaba comprensiblemente centrada en la crisis sanitaria inmediata más que en sus implicaciones económicas y sociales a largo plazo.

Sin embargo, también hemos visto elementos de resistencia que confirman los análisis de Klein sobre la capacidad de las comunidades para adaptarse y organizarse incluso en condiciones de shock extremo. Movimientos como "Mutual Aid" en diversos países mostraron cómo las comunidades pueden desarrollar formas de solidaridad horizontal que desafían la lógica individualista del neoliberalismo.

Conclusión: Resolución del impacto colectivo

El análisis de Klein sobre la "doctrina del shock" nos muestra que las transformaciones económicas neoliberales no son solo "técnicas" o "inevitables", sino estrategias deliberadas que aprovechan momentos de vulnerabilidad colectiva. Desde la psicología social, entender estos mecanismos es fundamental no solo como ejercicio académico, sino como herramienta para desarrollar respuestas más efectivas.

Comprender cómo funciona el shock a nivel psicosocial nos permite desarrollar una especie de "inmunidad cognitiva": estrategias para mantener nuestra capacidad crítica incluso en momentos de crisis. Esto incluye fortalecer redes comunitarias antes de que ocurran los desastres, mantener viva la memoria colectiva de eventos similares del pasado, y crear espacios alternativos de comunicación que ofrezcan marcos interpretativos diferentes a los dominantes.

En un mundo donde las crisis (sanitarias, climáticas, económicas o políticas) se vuelven cada vez más frecuentes, la advertencia de Klein adquiere nueva urgencia. Las crisis seguirán ocurriendo, y con ellas la tentación de usarlas para implementar cambios que beneficien a unos pocos a expensas de la mayoría. Nuestra capacidad para reconocer y resistir estos intentos dependerá, en gran parte, de nuestra comprensión de los mecanismos psicosociales que hacen posible el "capitalismo del desastre".

El trabajo de Klein nos invita no solo a analizar críticamente el pasado, sino a prepararnos colectivamente para futuros momentos de shock. Como estudiantes y profesionales de psicología social, tenemos la responsabilidad de contribuir a este despertar colectivo, ayudando a construir comunidades más conscientes, resilientes y capaces de resistir los intentos de utilizar nuestros traumas como oportunidades para el desmantelamiento de lo público y lo colectivo.

Quizás el mensaje más importante que podemos extraer de "La doctrina del shock" es que el conocimiento de estos mecanismos es en sí mismo una forma de resistencia. Al comprender cómo opera la estrategia del shock, estamos mejor equipados para mantener nuestra capacidad crítica incluso en momentos de crisis colectiva. Más allá de denunciar lo ocurrido, Klein nos ofrece herramientas para identificar y contrarrestar estas estrategias en tiempo real.

En definitiva, "La doctrina del shock" no es solo un análisis del pasado, sino una guía para entender el presente y prepararnos para el futuro. En un mundo donde las crisis parecen multiplicarse, la capacidad de las comunidades para mantener su autonomía crítica y su cohesión social frente al shock será determinante para definir qué tipo de sociedad emergerá de cada nueva crisis.

Referencias

·                    Klein, N. (2007). La doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre. Paidós.

·                    Durkheim, É. (1897/1951). Suicide: A study in sociology. Free Press.

·                    Erikson, K. (1976). Everything in its path: Destruction of community in the Buffalo Creek flood. Simon and Schuster.

·                    Goffman, E. (1974). Frame analysis: An essay on the organization of experience. Harvard University Press.

·                    Putnam, R. D. (2000). Bowling alone: The collapse and revival of American community. Simon and Schuster.

·                    Seligman, M. E. P. (1975). Helplessness: On depression, development, and death. W. H. Freeman.

·                    Tajfel, H., & Turner, J. C. (1979). An integrative theory of intergroup conflict. The social psychology of intergroup relations.

·                    Bourdieu, P. (1991). Language and symbolic power. Harvard University Press.

·                    Albrecht, G. (2005). Solastalgia: A new concept in health and identity. PAN: Philosophy Activism Nature, (3), 41-55.

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