Tecno-Feudalismo crítica
En Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo, Yanis Varoufakis plantea una tesis provocadora: el capitalismo, tal como lo conocíamos, ha mutado hacia un sistema aún más opresivo y desigual, donde un puñado de corporaciones tecnológicas ejerce un control cuasi feudal sobre la economía global. A diferencia del capitalismo clásico, basado en la competencia de mercado y la propiedad privada de los medios de producción, este nuevo orden se caracteriza por la concentración extrema de poder en plataformas digitales que actúan como señores feudales, mientras los usuarios y trabajadores quedan reducidos a siervos digitales, dependientes de sus infraestructuras y algoritmos.
Varoufakis argumenta que empresas como Google, Amazon, Meta y Apple han creado un ecosistema en el que la riqueza ya no se genera principalmente mediante la producción de bienes, sino a través de la extracción de datos y la monopolización de la atención. Estas corporaciones no solo acumulan capital, sino que también definen las reglas del juego, eliminando cualquier noción de libre mercado. El autor señala que, mientras los feudales medievales controlaban la tierra, los nuevos señores tecnológicos controlan los flujos de información, convirtiendo a los ciudadanos en productores gratuitos de valor a través de su actividad en línea.
Desde una perspectiva crítica, este modelo no solo profundiza la desigualdad económica, sino que también redefine las relaciones sociales. La psicología colectiva se ve moldeada por la lógica de las plataformas: la necesidad de validación constante, la ansiedad por la reputación digital y la alienación en un mundo donde las interacciones humanas están mediadas por algoritmos. La ilusión de participación y autonomía en redes sociales es, en realidad, un mecanismo de sujeción más sofisticado que el de la fábrica capitalista tradicional. Mientras Marx describía al proletariado como alienado de su trabajo, hoy estamos alienados de nuestra propia identidad, convertida en un commodity más dentro del mercado de la atención.
Una crítica social relevante es cómo este sistema erosiona la agencia individual y colectiva. Las decisiones que antes parecían personales—qué consumir, cómo relacionarse, incluso qué pensar—están cada vez más determinadas por sistemas opacos diseñados para maximizar el beneficio de unos pocos. La democracia misma se ve amenazada cuando un puñedo de CEOs no electos poseen más poder que muchos Estados. Sin embargo, Varoufakis no se limita a la denuncia; su análisis invita a repensar formas de resistencia, desde la regulación antimonopolio hasta la creación de alternativas cooperativas que recuperen el control sobre los datos y, por ende, sobre la vida misma.
En definitiva, Tecnofeudalismo no es solo un diagnóstico económico, sino un llamado a reconocer las nuevas formas de dominación psicológica y social que emergen en la era digital. La pregunta que deja abierta es si seremos capaces de organizarnos frente a un sistema que, mientras nos entretiene y conecta, nos despoja silenciosamente de libertad.
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